lunes, 4 de noviembre de 2013

Ruta por el valle de Valdivielso y visita a Frías.

Cada vez que hago una ruta por mis queridas tierras burgalesas vuelvo a sorprenderme con la belleza de su naturaleza, sus pueblos y sus monumentos. Aunque sea repetida. La variedad de paisajes y de belleza que albergan estas tierras es fabulosa. Paro, que me pongo nostálgico. Será la edad.

El paseo esta vez fue por el valle de Valdivielso, en la comarca de las Merindades. Tras atravesar el Páramo de Masa del que vemos un pequeña muestra en la primera fotografía y después circular por carreteras bastante accidentadas llegamos a Puentearenas y a las afueras de este bonito pueblo regado por el Ebro, visitamos la iglesia románica de San Pedro de Tejada. Os pongo unas imágenes.

















No conocía esta bonita iglesia. Me sorprendió su estatura y esbeltez para tratarse de románico. También la luz que la iluminaba en esos momentos a modo de foco entre un cielo tormentoso. Tuvimos suerte. Los canes que la adornaban estaban muy bien conservados. Muchos de ellos hacían referencia a temas lujuriosos, algo no raro en las iglesias románicas. Se puede apreciar en la foto del detalle del tejado. En lo alto de la torre estaban los más escandalosos pero no disponía de teleobjetivo para retratarlos.

Tras la visita a la iglesia continuamos por el valle y subimos a Tartalés del Monte para apreciar la espectacular carretera que permite el acceso al pueblo y admirar la cascada y los paisajes que se divisan desde allí.








Aquí se aprecia un destalle de la cascada de Tartalés. Justo detrás del túnel se encuentra el pueblo. Hace apenas unos años no había carretera y el único camino de acceso se hacía andando o en burro. Al lado de la cascada, a su derecha, se puede apreciar aún una hendidura que era por donde discurría el antiguo camino.


Desde la cascada, espectacular vista de la carretera de acceso a Tartalés. En el pueblo no hay más de 15 casas y no sé si hay algún residente todo el año. Sí casas de veraneantes.


Proseguimos nuestro camino hacia Frías, un bonito pueblo medieval que visitamos después de comer.
Destaca por su puente medieval, su espectacular ubicación, sus casas colgadas y los restos de su castillo.
El pueblo estaba además muy decorado celebrando la fiesta de Halloween. Lo de Los Santos parece que ya lo tenemos olvidado.













Las vistas desde el castillo bien merecían la escalada. Y el vértigo de la bajada.











Desde aquí arriba han sido sacadas las vistas anteriores. ¿¡cómo pueden vivir tranquilos los vecinos de las casas de debajo del peñón?!






En fin, qué gozada poder disfrutar de estas maravillas sin aglomeraciones. En Frías había bastante turismo, quizás éramos hasta cien en el castillo ... En la iglesia de San Pedro de Tejada teníamos la guía para nosotros solos. Entrada 2 euros.

Nota: Si queréis ver las fotos a mayor tamaño pulsad sobre la primera e id pasándolas.

A por setas

El comienzo del otoño y las primeras lluvias hicieron que saliera al campo en busca de alguna seta acompañado por el ilustre micólogo salmantino Helio Sánchez.

Nuestro objetivo era disfrutar del paisaje y aprender. A las afueras de Salamanca y a la orilla de la carretera, hacía dedo un personaje vestido con ropas apropiadas para caminar por el campo y equipado con una cesta de mimbre. Con nuestra habitual agudeza, dedujimos que era un buscador de setas. ¡Esta es la nuestra! Recogimos a Rubén (ese es el nombre del personaje) y tras unos minutos de charla le convencimos para que nos dejara acompañarle mientras realizaba su labor. Así, nos llevó a unos prados por la zona de Tamames donde nos ilustró un la búsqueda y reconocimiento de la seta de cardo. En estas panorámicas se aprecian unos puntos en el horizonte: Helio, de verde y Rubén, casi indistinguible. Por cierto, Helio resultó un excelente rastreador de setas.





Tras una hora de recolección y con la cesta de Rubén ya bastante colmada, le abandonamos a su suerte y nos dirigimos a nuestro destino inicial: los bosques de castaño y pinos de la zona de Linares. Aquí también fuimos afortunados: unos paisanos, dedicados a la recogida de castañas, nos indicaron que el boletus que habíamos recogido carecía de valor culinario, que incluso podía ser tóxico. No se hable más. Desistimos de la recogida de setas y nos dedicamos a las castañas. Aún así, pudimos fotografiar algunos hermosos ejemplares. Ahí os dejo una muestra:














 

Finalizado nuestro paseo, aun nos quedaba lo mejor: los fabulosos pinchos del bar habitual de Linares que tan bien conocéis algunos y la posterior degustación de algunas de las setas de cardo que habíamos recolectado con Rubén. 


Hasta otra.